Después del Bianchello del Metauro pasamos a un vino tinto, uno de los más importantes y conocidos en el panorama de las Marcas e italiano. Empezando desde la análisis del nombre de esta DOC podemos fácilmente intuir la zona de producción, que recubre los municipios de Morro d’Alba, Monte San Vito, San Marcello, Belvedere Ostrense, Ostra y algunos territorios del municipio de Senigallia no dirigidos hacia el mar. Estamos entonces en la provincia de Ancona, en la típica conformación territorial de las Marcas, o sea la de la colina que lentamente baja hacia el mar. Aquí también se cuentan tres tipos de vino, que tienen que contener por 85% mínimo uvas Lacrima y por la restante parte uvas a baya negra aptas a ser cultivadas en las Marcas. Los tres tipos de Lacrima son:
- Lacrima de Morro d’Alba: con un grado alcohólico mayor o igual a 11% y una venta que empiece no antes del primero de diciembre del año de la cosecha;
- Lacrima de Morro d’Alba Superior: con un grado alcohólico superior o igual a 12% y con un envejecimiento de más o menos 12 meses. Se puede poner en comercio sólo después del primero de septiembre del año sucesivo a la cosecha.
- Lacrima de Morro d’Alba Passito: un vino dulce, como postre producido en cuatro diferentes versiones (Seco, Amable, Picado, Dulce) con un grado alcohólico mínimo o igual a 15%. El vino en cuestión debe envejecer por más o menos quince meses y se puede vender solo después del primero de diciembre del año sucesivo a la cosecha.
Algunas referencias históricas – Como por el Bianchello, también con la Lacrima se pueden encontrar testimonios antiguos que se remontan hasta el siglo XII. En 1167, de hecho, durante el asedio de la ciudad de Ancona, Federico Barbarossa eligió Morro d’Alba como fortaleza para defenderse y exigió desde los habitantes los mejores productos locales, entre los cuales justo la Lacrima. Otros testimonios escritos se remontan también al siglo XVI en los manuscritos del papa de la época, Paulo III, y en las “Prosas Filosóficas” de Torquato Tasso.
Fragilidad como condena y virtud – Pasamos ahora a la que creemos ser la parte más interesante. Desde el nombre Lacrima se podría fácilmente en alguna leyenda que envuelva figuras mitológicas y sus llantos, pero en realidad se trata de un aspecto mucho más sencillo y práctico, pero muy interesante, sobre todo por sus consecuencias. De hecho la viña Lacrima debe su nombre a las gotas de zumo de uva que salen en las ultimisimas fases antes de la cosecha. Ésto pasa porque la piel de la Lacrima es gruesa, pero al mismo tiempo muy frágil. Sencillas lluvias veraniegas pueden dañar los frutos de un año de viticultura llevando a la ruina los viticultores. Además, la germinación precoz hace que la viña sea muy susceptible a las últimas escarchas del año, poniendo en riesgo la entera cosecha. Por estas razones en los años ’70 y ’80 del siglo XX se decidió dirigirse hacia calidades más productivas y resistentes, pero con calidades inferiores. Pensad que en 1985 se contaban sólo siete hectáreas de viñas implantadas a Lacrima. Después, gracias a la voluntad de algunos viticultores se estableció la DOC, que permitió el relanzamiento de la uva Lacrima y del vino producido de la misma.
Un brindis mundial – Una anécdota muy interesante es seguramente el brindis que vio como objeto la Lacrima entre Putin y Obama en 2015 en la ONU. El vino elegido es el Bolla Rosa, un espumante rosado de la vinoteca Luigi Giusti producido por uvas Lacrima.
Conclusiones – Llegados al final de esta segunda cita, os invitamos antes que todo a ir a la Fiesta de la Lacrima en Morro d’Alba, que se desarrolla cada año los primeros días de mayo y luego a degustar los productos de las varias vinotecas. Una vinoteca que queremos aconsejaros es Lucchetti, una empresa activa en Morro d’Alba desde 1966 y que embotella desde 1991. La vinoteca en cuestión cree fuertemente en la sostenibilidad y en la conservación de la biodiversidad, hasta el punto que desde 2016 utiliza una viticultura biológica. ¡Gracias por la lectura y hasta pronto con un nuevo vino por descubrir!
