¡FIN DE SEMANA EN MONTAÑA!

¿Estáis buscando una destinación para un fin de semana fuera de la ciudad, si es posible lejos del calor veraniego y también en contacto con naturaleza e historia? Entonces ¡descubrid con nosotros algunos de los burgos más bonitos entre las provincias de Macerata, Ascoli Piceno y Fermo! Estamos seguros que los panoramas impresionantes que os enseñaremos os harán pasar el miedo del terremoto, aunque no sea posible ignorar por completo sus trazas, todavía visibles como heridas abiertas en las zonas más íntimas de los pueblecitos. 

Relajamento por la tarde
Relajamento por la tarde

El fin de semana pasado, para huir del calor de nuestros pueblos, Andrea y yo decidimos refugiarnos entre las montañas del Apenino que divide Umbria y las Marcas, escogiendo pasar una noche en campamento para ahorrar un poco de dinero y para pasar una noche más a contacto con la naturaleza. La tarde, de hecho, nos regaló un agredable aire fresco, que nos hizo olvidar el trabajo hecho para montar la tienda (sí, ¡todavía somos campistas noveles!). El campamento en cuestión es el Camping Montespino, a mitad de camino entre los pueblos de Montemonaco y Montefortino. La simpatía y la amabilidad con las que nos acogió el señor Nello marcaron un punto más para este pequeño campamento, que ganó definitivamente gracias a la presencia de una pequeña piscina (en la que aconsejamos no bucear ya que es alta poco más de un metro) para refrescarse.

Claramente no estuvimos siempre “en remojo” y visitamos también los pueblecitos al rededor, o sea Montefortino y Montemonaco, ambos a cinco minutos de coche del campamento. Durante el camino a casa nos paramos en Madonna dell’Ambro y en San Ginesio, después de una breve parada para comprar un poquito de Miel desde la simpaticísima familia Colibazzi, fuera de Amandola.

Entrada del museo Leopardi en Montefortino, y el templo del reloj atràs.

Montefortino (Montefurtì en dialecto de Fermo) es un municipio de poco más de mil habitantes. La gente del pueblo nos pareció un poco callada, paseando por el centro histórico no encontramos a nadie (solo algunos gatos tumbados a la sombra, recatados ellos también). Sin embargo saliendo de las murallas encontramos los jóvenes del pueblo, reunidos en el parco de recreo de la iglesia ¡donde estaba a punto de empezar la última tarde de la fiesta de la cerveza! Hay muchas fiesta y festivales en estas zonas para animar un poco los pueblecitos, ¡si vais a visitarlos en el mes de octubre encontraréis una fiesta cada semana!

El burgo de Montefortino nos fascinó mucho por sus casas en piedras que parecen guardadas del siglo pasado. Desafortunadamente, sin embargo, las iglesias del pueblo están todas cerradas, a lo mejor por los daños del terremoto y también el Museo Leopardi, lugares donde saría interesante entrar. 

El centro de Montemonaco

Montemonaco es el otro pueblo cerca del campamento. Aunque sea más pequeño de Montefortino, con una población que no llega a los 700 habitantes, nos pareció mucho más pobaldo y acogedor del primero. Es un burgo bastante aislado, del que se puede admirar todo el Apenino de las Marcas y de Abruzzo y desde el mirador, el punto más alto, se disfruta de una visual fantástica. Llegando desde Montefortino hay aparcamento gratuitos muy cercanos del centro del pueblo. De repente se llega a una pequeña plaza con pequeñas tiendas de embutidos y quesos típicos en las que los dueños suelen hablar sin problemas con los turistas. Subiendo se pasa delante de la biblioteca cívica, otro lugar que querríamos visitar pero que estaba cerrada a causa del terremoto. Subiendo más se llega hasta la iglesia, donde se puede visitar gratuitamente el museo de arte sagrada que nosotros no vimos, como preferimos pasear por la calle arbolada allí al lado, a través de la que se llega a los restos de las murallas y al mirador. 

Este pueblecito nos gustó de verdad muchísimo, parecía invitarnos a descubrirlo rincón después de rincón, casa después de casa, con las plantitas en los vasos colorados atacados a las paredes, con la placitas que ofrecían bancos para reposarse y admirar el paisaje y hasta un cartel en la pared de una casa que daba la bienvenida a los extranjeros esperando que la belleza de aquellos lugares los empujaría a volver…bueno, con nosotros el hichazo funcionó, ¡ya reservamos para la fiesta de otoño que se desarrolla en octubre!

pequena plaza de Montemonaco
Una pequena plaza de Montemonaco

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