FIN DE SEMANA EN MONTAÑA PARTE DOS.

Después de habernos reposado por la noche disfrutando del aire fresco de la tarde y después de haber desmontado y sistemado la tienda saludamos el señor Nello y emprendemos el camino de vuelta. Antes, sin embargo, nos paramos en Madonna dell’Ambro, otro lugar interesante en el municipio de Montefortino. En esta llanura que bordea el torrente Ambro surge un santuario llamado “La pequeña Lourdes de los Sibilinos”, de hecho “en mayo del año mil la Virgen, ceñida por un extraordinario esplendor apareció en esta sagrada roca a la umilde pastore Santina, muda desde el nacimiento. La niña obtuvo el don de la palabra como premio para las oraciones y las ofertas de flores silvestres que cada día hacía a la imagen de la Virgen en una cavidad de una haya” estas palabras son talladas detrás del altar de la Virgen. Desafortunadamente este santuario fue dañado por el terremoto, por eso no fue posible visitarlo en el interior y fotografarlo; sin embargo lo habíamos visitado hace algunos años y nos recordamos que era muy bonito, y al interior conservaba una pared en la que se podían escribir y colgar las oraciones a la Virgen. 

Logramos aprovechar del fresco que venía desde el torrente y nos adventuramos por los senderos que rodean el Ambro cruzándolo en algunos tractos. Sin demasiadas dificultades seguimos adelante hasta que podíamos, como no teníamos el justo equipamiento a disposición, descubriendo una pequeña cascada, muy fotogénica. Este lugar es perfecto también para un pequeño pique-nique a orillas del torrente, muchas familias lo eligen como destino dominical a causa del amplio espacio que los niños tienen para jugar, y hay también un pequeño bar restaurante que ofrece la posibilidad de tomar algo listo. Nos encantaría quedarnos, pero teníamos que volver a casa.

Después de dejar Madonna dell’Ambro volvimos hacia casa, recorriendo la carretera en dirección de Sarnano, hacia Amandola. Poco antes de llegar a Amandola encontramos al borde de la carretera un cartel con escrito “Miel” y giramos siguiendo la flecha. Poco lejos de la calle principal encontramos la acieda Colibazzi, una familia de apicultores de Amandola que produce muchas variedades de excelente miel. Nos quedamos a hablar un poco con los simpaticísimos dueños y vimos, a lo mejor por primera vez, en sus ojos el miedo del terremoto aun vivo y la gran tristeza por los daños causados a la economía de la zona. Siguiendo nuestro camino de vuelta damos un rodeo hacia San Ginesio, donde nos paramos para almorzar. Éste último es un municipio mucho más grande de los precedentes, de hecho cuenta casi 3500 habitantes y ya se encuentra en provincia de Macerata. Siendo muy elevado se disfruta de un hermosísimo panorama que vada desde el Conero hasta los Sibilinos, por eso es llamado el “Balcón de los Sibilinos”. Después de comer a la sombra en un buen parque nos adentramos en el pueblo atravesando las antiguas murallas. Aquí también son muy visibles las consecuencias del terremoto que no dejan apreciar la belleza del pueblo. Además como eran las dos del lunes por la tarde encontramos la aldea casi desierta y el cansancio y el calor nos empujaron a volver al viaje hacia casa, posponiendo a regañadientes la visita de la plaza y del resto del pueblo. Aunque no lo vimos este burgo nos gustó mucho y ya lo pusimos en la lista de los lugares donde volver, a lo mejor en otoño, para apreciar aun más su magia. Una cosa muy particular que nunca habíamos visto antes y que nos conquistó es un parque justo fuera de las murallas. Es dedicado a los caídos en guerra y tiene la forma de una basílica, donde los árboles sostituyen las columnas y están dedicados a los soldados, a simbolizar la inmortalidad de su sacrificio. Es un lugar muy simbólico, que en su sencillez da una sensación de eterna solemnidad y resulta de verdad muy conmovedor. 

Llegamos ya al final de nuestro fin de semana fuera de la ciudad, prometiéndonos volver a visitar estos lugares mágicos, con la intención de hacer lo posible para ayudar la reconstrucción de las zonas en ruinas. A pesar del reciente y significativo reto moral (y no solo) que tuvieron que afrontar frente a los terremotos que afectaron estas zonas en la segunda parte del año pasado, estos pequeños pero muy característicos pueblos pueden rellenaros el corazón con su hospitalidad y simpatía y por eso merecen toda nuestra solidaridad. Si vosotros también queréis descubrirlos, ojalá ayudándolos económicamente, os aconsejamos concederos un fin de semana en estos lugares en el mes de octubre, cuando podréis participar en una fiesta diferente cada domingo. Nosotros también volveremos y os aconsejaremos las fiestas más bonitas y los hoteles mejores donde pasar las noches, dejando el campamento para las calientes noches de verano. 

Deja una respuesta